Nearshoring: el regreso de la producción cercana como estrategia clave
Tras años de deslocalización hacia Asia, las empresas reevalúan sus cadenas de suministro
Esta fórmula gana terreno como solución eficiente, segura y más sostenible
Durante décadas, la deslocalización a países con costes laborales más bajos fue una norma incuestionable en la estrategia de producción de miles de empresas. Sin embargo, la irrupción de la pandemia, las tensiones geopolíticas —como la guerra comercial entre EE.UU. y China—, los cuellos de botella logísticos y el encarecimiento del transporte han obligado a revisar esa estrategia. En ese contexto, el nearshoring, o relocalización de la producción a países más próximos al mercado de consumo, ha cobrado fuerza como una solución clave para aumentar la resiliencia empresarial.
No se trata solo de reducir costes o tiempos de entrega. El nearshoring implica también ganar control, adaptabilidad y capacidad de respuesta. Y responde, además, a una creciente presión por parte de los consumidores y los reguladores para reducir la huella de carbono y asegurar condiciones laborales dignas en las cadenas de suministro.
DE GLOBALIZACIÓN EXTREMA A EQUILIBRIO ESTRATÉGICO
El modelo tradicional de globalización priorizaba el abaratamiento de la producción por encima de casi cualquier otro criterio. Se asumían riesgos como la dependencia de proveedores lejanos, las diferencias horarias, las dificultades logísticas o la falta de trazabilidad. El modelo funcionaba mientras todo fluía. Pero en cuanto se rompieron los eslabones —por confinamientos, crisis energéticas o bloqueos comerciales—, las debilidades quedaron al descubierto.
El nearshoring surge como respuesta a esa fragilidad. En lugar de depender de plantas o proveedores en Asia, muchas compañías están trasladando parte de su producción o ensamblaje a países más cercanos, como México, Europa del Este, Marruecos o incluso el sur de Europa. Esto permite mantener cierta competitividad en costes, sin renunciar a ventajas como la proximidad geográfica, cultural y normativa.

La decisión de relocalizar no es uniforme. No todos los sectores pueden aplicar nearshoring con la misma facilidad. Las industrias con alto valor añadido, procesos más automatizados y requerimientos logísticos críticos —como automoción, electrónica, farmacéutica o moda rápida— son las principales impulsoras del cambio.
BENEFICIOS OPERATIVOS Y ECONÓMICOS
Una de las ventajas más claras del nearshoring es la reducción de plazos de entrega. Acortar distancias implica mayor agilidad, menores riesgos de ruptura de stock y mayor capacidad de adaptación a la demanda real. Este aspecto es clave en un contexto donde la personalización del producto y la respuesta rápida al mercado son diferenciales competitivos.
En paralelo, se incrementa el control de calidad. Tener la producción cerca facilita las auditorías, reduce errores y mejora la coordinación entre diseño y fabricación. También permite adoptar modelos de producción más flexibles, como el just-in-time, que reducen inventarios y optimizan recursos.
Desde el punto de vista económico, aunque el coste laboral pueda ser más alto que en Asia, se compensan otros factores: menor gasto en transporte, reducción de aranceles, mejor gestión de riesgos y ahorro en tiempo administrativo. Además, muchas regiones que captan estas nuevas inversiones ofrecen incentivos fiscales o apoyo institucional, lo que mejora la rentabilidad del cambio.

El nearshoring también refuerza la reputación corporativa. Las empresas que apuestan por cadenas de suministro más sostenibles, por el impulso de la industria local o por condiciones laborales más justas ganan puntos ante inversores, clientes y reguladores. En una era de creciente sensibilidad social y medioambiental, la trazabilidad y responsabilidad se convierten en activos reputacionales.
ECONOMÍA CIRCULAR
Este movimiento se alinea, además, con el impulso de la economía circular y la transición ecológica. Producciones más cercanas implican menos emisiones de transporte y una mayor capacidad para integrar procesos de reciclaje o reacondicionamiento de materiales.
En definitiva, el nearshoring no es un simple ajuste logístico. Es un replanteamiento profundo de cómo producir de forma más inteligente, segura y sostenible. Las empresas que lideren esta transición no solo reducirán riesgos: también se colocarán en una posición ventajosa en un entorno cada vez más exigente. Porque en la economía actual, la distancia ya no es solo una cuestión geográfica. Es una decisión estratégica.